
http://www.sitiosespana.com/notas/2006/agosto/universo.jpg
"Nunca un raudal de palabras definirán una realidad" (Maganto)
Un papel en blanco precede la necesidad de emborronarlo con palabras que fluyan como el rio de Heráclito. Una marea de negro inutiliza la blancura del papel llenándolo de sentimientos, sentimientos de escapar, de huir de una cárcel en forma de materia gris. Reflexiones oídas en mi cabeza son traspasadas a un lienzo utilizando dibujos y figuras reglamentarias que cualquier humano curtido puede leer. Sin embargo el sentimiento no se escapa de sus límites craneales, si analizamos la idea lo único que hace es proyectar una sombra sobre la virginidad de un papiro.
Si reflexionamos sobre ello en sí, nos damos cuenta que al escribir lo que hacemos es crear un tatuaje atemporal que permanecerá en los anales de la historia. Lo bello de escribir está en la atemporalidad, el grafito baila en el pliego dejando una huella imperecedera que podrá ser recordada. Como decía Platón una forma de ser inmortal es crear arte. Más por mi parte no me den inmortalidad si no existen emociones, no me den inmortalidad en un recuerdo, denme muerte y sensación.
Sin embargo la escritura y la realidad siempre quedan distantes, la primera es una mera invención humana para dejar una leve constancia de la segunda. Renunciamos a la inmortalidad de los escritos en pro de “el devenir”, el cambio, el culmen de la acción.
La escritura es bella en tal que espejo que refleja una realidad, en cambio dense cuenta de que un espejo no deja de serlo aunque su reflejo sea la cosa más bella jamás contemplada. Entre el reflejo y la realidad hay grandes diferencias, entre la más importante la autenticidad. El espejo no sería sin realidad, la realidad si podría ser sin espejo.
Tomemos la escritura por tanto como un medio para conocer, tomemos el lenguaje como un medio para comunicar conocimientos, sin embargo no identifiquemos el lenguaje con el ser. Ni el más bello reflejo tiene nada que hacer con el menor atisbo de realidad.
Al fin y al cabo las letras solo son letras, y nunca expresarán sentimientos fielmente.